¿Qué lugar ocupa la filosofía en la pirámide de Maslow?

Por Martín Tami

La pregunta del joven estudiante de ingeniería me sorprendió. Claro, estas son las cosas que pueden pasar cuando sos profesor de Humanidades en una Escuela Politécnica Superior. Aunque bastaría con decir, simplemente: “cuando sos profesor en una Universidad”.

Permítanme suponer, estimados lectores, que no tienen muy presente aquello de la pirámide, pero sí pueden hacerse a una idea rápida e intuitiva de lo que estamos nombrando con la palabra “filosofía”.

La “pirámide de Maslow” (me apoyo en Wikipedia) es una teoría psicológica que se ha difundido considerablemente en el ámbito empresarial, del marketing y la publicidad, entre otros. Maslow, el psicólogo estadounidense que la formuló en la década del ’40, viene a decir que las necesidades humanas están organizadas jerárquicamente como una pirámide: en la base inferior de la pirámide están las necesidades más básicas y, conforme se asciende hacia la cúspide de la pirámide, la naturaleza de las necesidades humanas se empieza a complejizar, sofisticar o, más sencillamente, a elevar.

Ahora bien, vista la estructura de la pirámide y lo que se expresa en cada “nivel”, volvamos a la pregunta de mi alumno. ¿Dónde cabe ubicar a la filosofía?

Permítanme compartir con ustedes mi (breve) respuesta, en la esperanza de que les sea útil para pensar la vuestra.

En mis días pesimistas, la filosofía pertenece a la cúspide de la pirámide: responde a las necesidades más sofisticadas del hombre, a su autorrealización, que dan por supuesta la satisfacción de otras necesidades más perentorias. Si estamos en condiciones, ya no de escribir sino apenas de leer un tratado de ética, es porque tenemos, de antemano, garantizado un lugar donde dormir, asearnos y comer esta noche.

Ahora bien, en mis días optimistas yo pienso más bien que la filosofía en rigor pertenece a la base de la pirámide: es decir, pienso que es una más de las necesidades primitivas del ser humano, de aquellas que no puede dejar de atender si quiere seguir en vida.

¿Estaré exagerando? ¿Es una falta de respeto a las necesidades fisiológicas? No, sinceramente lo pienso. Según mi antropología (es decir, la antropología a la que adscribo), el hombre ha sido creado para aspirar a cosas grandes, para hacerse preguntas importantes y acometer empresas dignas de un mundo más justo, fraterno y humano. ¿Tiene algo que decir la filosofía a la aventura de ser? ¿Puede tener algo que ver conmigo, aunque de filosofía “no sepa nada”, aunque mi trabajo consista en otras cosas?

Mi respuesta: sí. Porque la filosofía no es un lujo que se pueden permitir los hombres ociosos. No. La filosofía es una potencia creativa y una fuerza afirmativa del pensamiento capaz de asistirnos en lo más concreto y cotidiano de nuestro día a día.

“¿Cómo?”, será tu pregunta. Dos cosas:

  1. Otro día te cuento.
  2. ¿Y si lo pensamos juntos?
Martín Tami es Filósofo, gestor de proyectos y educador. Profesor de la Universidad Francisco de Vitoria, Madrid.